TIPS PARA IMPLANTAR CON ÉXITO UN MODELO DE EMPRESA SALUDABLE
Hasta hace no mucho tiempo, la visión empresarial se basaba, en el mejor de los casos, en proteger al trabajador únicamente durante su jornada laboral o mientras permanecía en el centro de trabajo. Y por supuesto, solo y exclusivamente bajo el prisma de los riesgos laborales que de una u otra forma podrían afectar a la seguridad y salud del trabajador en forma de accidente laboral. Sin embargo, con el paso de los años esta mentalidad fue cambiando hasta el momento en el que nos encontramos a día de hoy, en el que cada vez más empresas se preocupan y ocupan por fomentar una cultura de la salud del trabajador más allá del ámbito meramente relacionado con el trabajo. Se trata, por tanto, de una visión holística de la seguridad y salud laboral.
Son muchas las ventajas que tiene tanto para la empresa como para el trabajador adoptar un modelo de empresa saludable pero implantar un modelo así y que funcione no siempre es fácil. Es frecuente cometer ciertos errores que hagan que el proyecto termine muriendo o, al menos, sin conseguir el resultado esperado. A continuación veremos algunos consejos para no morir en el intento.
La madurez preventiva, fundamental.
Lo primero que hay que tener claro a la hora de querer implantar un modelo de empresa saludable es saber y reconocer si nuestra empresa está preparado para ello. Por ello, podemos hacernos estas preguntas. ¿Nuestra empresa ha alcanzado ya la suficiente madurez preventiva? ¿Hemos conseguido solucionar los principales focos de siniestralidad de la Compañía? ¿Se encuentra adecuadamente integrada la PRL dentro de la Compañía? Para tener intención de implantar el modelo de empresa saludable tendremos que tener la certeza de que la respuesta ante esas cuestiones es afirmativa, pues no sería lógico ni conveniente querer implantar un modelo de bienestar laboral cuando ni siquiera hemos logrado aún cumplir con los requisitos normativos mínimos que exige la ley de prevención. Es decir, es fundamental contar con unos cimientos sólidos en seguridad, higiene y ergonomía antes de dar el gran paso hacia un modelo de empresa saludable.
Convicción más que ‘postureo’.
Muchas empresas deciden realizar acciones saludables únicamente porque está de moda, por mejorar su imagen de cara al exterior o por seguir la tendencia de otras empresas del sector pero no realmente por un motivo de convicción. Hay que desterrar de una vez por todas la imagen de la fruta en la oficina. Eso no es suficiente ni solamente con eso se consigue ser una empresa saludable. Para que un modelo de empresa saludable tenga éxito es fundamental hacerlo desde el más firme convencimiento de las ventajas que aporta y desde el compromiso de la Alta Dirección de la empresa.
A más coherencia, mayor credibilidad.
Uno de los enemigos que nos pueden hacer perder toda credibilidad en el proyecto saludable entre los trabajadores será si se producen mensajes contradictorios entre lo que se dice y lo que se hace.
En una palabra hablamos de coherencia. No sería coherente que la empresa hable de bienestar emocional a los trabajadores pero, por ejemplo, luego mire para otro lado cuando se produce una situación acoso o mobing dentro de la empresa. O que la empresa hable de conciliación laboral y personal pero luego la realidad sea que la mayor parte de la plantilla se vea obligada de forma continuada a extender su jornada laboral más allá de la hora de salida.
Estas y otras contradicciones entre lo que la empresa ‘dice’ y lo que realmente ‘hace’ harán que los trabajadores no confíen en el modelo de empresa saludable y muera antes de tiempo.
Ir paso a paso
Las prisas nunca son buenas consejeras por lo que hay que ir dando pequeños pasos. Es un error pecar de ser demasiado ambiciosos desde el punto inicial, por lo que es necesario establecer unos objetivos acordes y reales con la realidad de la empresa. Establecer objetivos demasiados ambiciosos en una empresa que todavía está dando sus primeros pasos hacia el modelo saludable solamente nos llevará a la frustración y la desilusión al no conseguir esos objetivos en el tiempo que pensábamos.
Lo más recomendado para aquellas empresas que todavía se encuentren en una fase muy temprana es establecer un plan a largo plazo donde se establezcan objetivos intermedios e ir cumpliendo etapas y objetivos paso a paso.
Consigue alianzas
En líneas anteriores hablábamos de la importancia de la convicción. Sin embargo, el requisito de la convicción es imprescindible pero no suficiente, ya que esa convicción sea transmitida en cascada desde la Dirección hacia todos los niveles de la empresa, sin olvidar una muy importante figura: los mandos intermedios los cuales serán responsables de transmitir las políticas y directrices del modelo de empresa saludable a los niveles base de la empresa.
El mando intermedio debe ser algo así como el ‘ejemplo a seguir’ para los trabajadores que se encuentran a su cargo y por ello, un porcentaje importante del éxito en la implantación de un modelo de empresa saludable se encuentra en que los mandos intermedios asuman como propio el mensaje enviado desde la Dirección y, por supuesto, lo trasladen de forma adecuada. Será muy difícil que quede correctamente implantado si todos los niveles de la empresa no están alineados en la misma dirección.
Y por supuesto comunicar. Y comunicar bien.
Adoptar un modelo de empresa saludable conlleva un cambio de mentalidad dentro de la empresa que a veces no es fácil de asumir. Cada departamento, cada director, cada trabajador y, en definitiva, cada persona pueden estar en niveles diferentes de adaptarse al nuevo modelo y puede darse la circunstancia de que no todos los integrantes estén preparados para aceptar. Por ello una adecuada campaña y estrategia de comunicación es crucial para que los trabajadores reciban la información adecuada, transparente y atractiva y de esa forma sean conocedores y partícipes del proceso desde el inicio del proyecto.
Fomenta la participación.
Un error que se debe evitar a toda costa es que los trabajadores perciban el proyecto de empresa saludable como algo impuesto por la empresa, es decir, que tengan la sensación de no haber contado con su opinión ni participación. Esto posiblemente tendrá una respuesta de rechazo inicial por parte de los trabajador pues no olvidemos que, tal y como hemos comentado en párrafos anteriores, todo este proceso conlleva un cambio de mentalidad por parte de todos los integrantes de la Compañía, incluidos los propios trabajadores. Por ello, es fundamental fomentar la participación de los trabajadores involucrándoles desde el principio en todas las propuestas saludables que se realicen. Preguntarles por ejemplo, cómo les gustaría que fuera este programa saludable, qué acciones consideran que serían prioritarias, qué aspectos de su bienestar les gustaría mejorar… y contar con sus sugerencias y feedback en cada una de las acciones.
En resumen, hay pocas cosas más frustrantes que realizar un esfuerzo dedicando recursos en beneficio de los trabajadores y que pase desapercibido o no sea suficientemente valorado por los mismos. Seguir estos consejos nos acercarán al éxito a la hora de implantar un modelo saludable y podremos cosechar los innumerables beneficios que ello supone.
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